PARALELISMOS SUPERPUESTOS

Creo firmemente que he tenido, al menos, dos vidas paralelas. Una la existente en mi país, España, y otra en Cuba. Así lo percibí cuando llegué por primera vez y sentí que estaba en el lugar y en el momento exacto, para que muchas cosas de mi realidad se ajustaran y se colocaran, permitiéndome entender mucho más de mí mismo y de lo que creía hasta entonces que era mi mundo. Tuve la seguridad real de haber habitado ese lugar con anterioridad. Y este «haber habitado» consiste precisamente en que los valores que me unen con el mismo están profundamente anclados en los más intensos sentimientos que uno puede tener hacia un lugar, unas personas, una sociedad o unas emociones concretas.

De alguna forma, la sensación permanente de convivencia con mi propia angustia me permitió con anterioridad familiarizarme con la certera sensación de vivir en paralelo con alguien más. Con una sensación que trascendía mucho más allá de mí mismo y cuya potencia, con frecuencia, me superaba y me hacía crecer. Éramos pues dos en uno, yo y mi angustia.

Y por primera vez, al llegar a Cuba y emocionarme con un lugar que era mío, al cual pertenecía, asumí la certeza de que siempre habíamos sido cuatro en realidad: mis dos yoes y mis dos angustias. Porque indudablemente, para que la simetría de mi realidad fuera posible, era imprescindible que mi yo simétrico tuviera su correspondiente angustia acompañándole. Un doble juego de paralelismos superpuestos.

Y considero que explicar lo que supone esta emoción, supone indagar en lo más esencial de mi historia, de mi educación y en los pequeñísimos gestos que me han formado dentro de un modelo social concreto, diferente pero exactamente igual al otro. Opuesto, pero fuertemente asociado por gigantescas similitudes ancestrales y mínimas. Circunstancia dada por una suma de condicionantes históricos extraordinarios, enriquecedores y maravillosamente complejos.

De esta forma planteo una reflexión de mis dos infancias, de las dos vidas en las que crecí en los dos mundos de convenciones que se tocan y se doblan creando la sensación completamente real de dos vidas en una.

Ricardo Sánchez Cuerda
Madrid,